Macanudo de Liniers

Macanudo de Liniers
"¿Y si no fuésemos otra cosa que los brazos de una voz?" Decir. Maliyel Beverido

domingo, 26 de octubre de 2014

Ahora más que nunca

“La poesía no es de nadie: se hace entre todos.” Julián Hernández



“Alta traición” es el poema más emblemático de José Emilio Pacheco, poema que vive,  junto a Las batallas en el desierto, en el imaginario de México. El siguiente Inventario encierra la idea de poesía y de literatura que defendió el autor.

Alta traición. José Emilio Pacheco.



PAISAJES Y CATÁSTROFES
José Emilio Pacheco


En 1966 éramos inocentes del concepto ahora llamado “intertextualidad” y vivíamos aún bajo el terror que dominó la crítica mexicana de los cincuenta: la búsqueda obsesiva de “influencias”. Si uno ponía “ceniza” en un verso, de inmediato le señalaban “resonancias de Job”. Si hablaba de un “río” el comentario inevitable era: “sigue de cerca al Neruda de Residencia en la tierra.” Al escribir “Alta traición” no podía imaginarme que estaba imitando sin proponérmelo a un poeta con el que trabajé muchos años e hice varias revistas.

 
José Emilio Pacheco. Foto: Notimex.
Hoy sabemos que todo texto nace de otro texto. Los orígenes de “Alta traición” están por partes iguales en mi experiencia íntima e insustituible (los “puertos” son Veracruz, Coatzacoalcos, Campeche; los “bosques de pinos” los que rodeaban  en mi infancia a la ciudad de México y ahora han desaparecido o se hallan en agonía; las “fortalezas”, Chapultepec, San Juan de Ulúa, los baluartes de Campeche; etcétera, y en los poemas que había leído. La fuente literaria hasta hoy no vista de “Alta traición” la encontré hacia 1980 en dos poemas de Jaime García Terrés: “Cantar de Valparaíso”.

¿Recuerdas que querías ser un poeta telúrico?
Con fervor aducías los admirables ritos del paisaje,
paladeabas
nombres de volcanes, ríos, bosques, llanuras
y acumulabas verbos y adjetivos
a sismos o quietudes (aun a las catástrofes
extremas del planeta) vinculados.
Y “Algunos”
Yo no sé muchos nombres de volcanes o selvas;
esta parte del mundo para mí representa
unas doscientas almas (digo
doscientas por decir) que miran a lo lejos
de distinta manera cada una
con cierto dejo de común azoramiento.

Leído después del terremoto, el primer poema se diría un presagio de la catástrofe. Apareció en Los reinos combatientes (1961). El segundo salió Todo lo más por decir (1971) pero es anterior a “Alta traición” y seguramente yo lo había leído en la Revista de la Universidad o en México en la Cultura. Como creo que el trabajo literario es colectivo nunca he tratado de ocultar mis antecedentes: “Cantar de Valparaíso” y “Algunos” figuran en Letanías profanas, la breve selección de García Terrés que hice en 1980 para la serie Material de Lectura.

LA PATRIA POBRE Y DESDICHADA

En 1973 hallé un poema de Salvador Espriú que dice mucho mejor lo que intenté decir en “Alta traición”. Me apropié de él con la ayuda de Ramón Xirau y de un diccionario catalán-castellano. “Ensayo de cántico en el templo” está en mi libro de 1976 Islas a la deriva. A una década de distancia la historia infortunadamente lo ha hecho más actual que entonces y me demuestra que la poesía sucede cuando otro encuentra las palabras justas para nombrar lo que pensamos y sentimos. En mi caso fue Salvador Espriú, que nunca estuvo en México ni vivió entre nosotros los horrores que hoy padecemos:

Harto estoy de mi vieja tierra,
de mi país cobarde y salvaje.
Cómo quisiera ir hacia el norte.
Allí me dicen que la gente es limpia,
noble, culta, feliz, rica, despierta.
En la congregación
me desaprobarían mis hermanos.
“Como ave que deja el nido
es el hombre que parte de su lugar”.
Y yo, a lo lejos, cómo iba a reírme
de la ley y la antigua sabiduría
de este mi pueblo yermo.
Pero no cumpliré nunca mi sueño
y aquí voy a quedarme hasta la muerte.
Pues yo también soy cobarde y salvaje
y amo con un desesperante dolor
mi patria pobre, sucia y desdichada”.

José Emilio Pacheco. Proceso 497, 10 de mayo de 1986, 51-52.



No hay comentarios:

Publicar un comentario