Macanudo de Liniers

Macanudo de Liniers
"¿Y si no fuésemos otra cosa que los brazos de una voz?" Decir. Maliyel Beverido

viernes, 27 de enero de 2017

De fronteras y puentes




Salmo
Wislawa Szymborska


Las fronteras de las naciones humanas ¡qué permeables son!
¡Cuántas nubes pasan impunemente flotando sobre ellas,
cuánta arena del desierto se desliza de uno a otro país,
cuántas piedras ruedan
desde las montañas hasta los dominios ajenos
con botes desafiantes!
¿He de mencionar aquí los pájaros que vuelan
uno tras otro
y se posan en las barreras bajadas?
Incluso si fuera sólo un gorrión,
ya tiene allí la cola,
mas su pico permanece aquí.
Además ¡nunca se queda quieto!
Entre los innúmeros insectos me limitaré a la hormiga,
que entre las botas derecha e izquierda del guardia
a la pregunta: de dónde, a dónde
-no se siente obligado a contestar-.
¡Ah, mirad con atención
todo este desorden a la vez
por todos los continentes!
¿Acaso no es la alheña la que desde la orilla opuesta
pasa de contrabando su cienmilésima hoja?
¿Y quién si no el calamar
de osados y largos tentáculos
viola la sagrada zona de la aguas territoriales?
¿Cómo se puede hablar en general de orden alguno,
si ni siquiera es posible repartirse las estrellas
para saber cuál brilla para quién?
¡Y que aún el reprobable expandirse de las nieblas!
¡Y del polen, por toda la superficie de la estepa,
como si no estuviera bien partida en dos!
¡Y el resonar de las voces por las serviciales ondas del aire:
gritos que llaman y gorgojos llenos de significado!
Sólo lo humano logra ser verdaderamente ajeno.
Lo demás son bosques entremezclados, obras de topo y viento.


***



Yo nací para cruzar puentes
Maliyel Beverido


Hay quienes se alojan en su sombra
y quienes se arrojan por su borda;
yo nací para cruzarlos,
para mirar cómo se acerca la otra orilla
con ese vértigo hecho de paz y asombro.
Yo nací para cruzar puentes.
Podría permanecer como la hierba del prado,
como la gravilla ribereña,
como un arbusto más del soto,
como un álamo que aguarda,
al margen de la calle transitada,
a que un rodar se interrumpa y cuente
cómo es de donde viene.
Podría quedarme dócilmente aquí,
donde he nacido, hasta morirme.
Pero no quiero.

Podría también dar ojeadas sediciosas
a otros que se van y vuelven,
o no.
Pero no quiero:
Yo lo que quiero es cruzar puentes.

Cruzar un puente es dejar un mundo
sin renunciar a él.

Podría atravezar el aire en vuelo
como una espora vegetal,
como un ave -de sangre o de aceite-
como una bala de cañón,
saltar de un punto a otro del planeta
y avistar desde lo alto
el fondo de los acantilados y los arroyos
sin mojarme los pies.
Pero no quiero;
Yo nací para cruzar puentes.
Nací para dar un paso tras otro
sobre un entarimado que se construye al tiempo que ando
en una prolongación del suelo.
Tomar la barandilla,
estirar los brazos como un funámbulo
o esconder las manos en los bolsillos del saco.
Marchar, marchar
Observar a los costados,
o sólo hacia delante, o hacia atrás, o avanzar a ciegas.

Cruzar un puente es acercarse a un mundo
sin ampararse de él.

Yo nací para cruzar puentes;
los vetustos, los hechizos, los modernos.
Mohosas celosías de metal,
troncos derribados,
estructuras de hormigón,
esmerados cúmulos de piedra.

Un puente es ambas caras de una moneda en el aire,
la joroba de un camello de dos cabezas,
la mano que el espejo tiende,
una fracción de Moebius,
y no existe vueltra atrás.
El anhelo lleva al otro lado,
siempre al otro lado.

Siempre es domingo sobre el puente.

Hay millones de puentes que me esperan.
Yo nací para cruzar puentes;
alguien ha estado construyendo puentes
desde el principio de los tiempos para mí,
para que yo me eche a recorrelos.
De madera de acero de piedra,
colgantes levadizos suspendidos,
de viga en arco atirantados,
puentes viaductos pasarelas.

Puentes para unir tierra con tierra,
puentes para los pies, de los pies a la cabeza.
Al otro lado un contraluz, una sombra, una figura,
un susurro quizá, seguramente una palabra
que me invita
al otro lado que soy yo misma.

Yo nací para cruzar puentes.

Y cada mañana me levanto
como un puente

para que el día me atraviese.

lunes, 2 de enero de 2017

Poesía violeta




Para comenzar el 2017, les comparto un poema, de Xanath Caraza, que habla de la gran intimidad y del diálogo que se establece con un autor cuando se lee y nos apropiamos de su universo literario. Aprovecho para invitarlos este día 10 de enero  a las 18:00 a la Librería Rayuela (Plaza Xanath) y el 11, en La casa del lago a las 19:00, para hablar sobre su más reciente poemario Donde la luz es violeta.



*Caraza, Xanath. Donde la luz es violeta (Where the light is violet). Edición bilingüe. Mammoth publications, 2016

Feliz 2017







Les deseo, a todos mis amigos, que este 2017 venga lleno de lecturas, escritura, alegrías, salud, trabajo y momentos felices con nuestros seres queridos. También les deseo claridad y decisión para afrontar los problemas que lleguen. Un abrazo a cada uno.