Macanudo de Liniers

Macanudo de Liniers
"¿Y si no fuésemos otra cosa que los brazos de una voz?" Decir. Maliyel Beverido

martes, 31 de julio de 2018

Balada para Nadia Vera - Fruta Negra

A 3 años del asesinato de Mile Virgina Martín, Yesenia Quiróz Alfaro, Nadia Vera Pérez, Alejandra Negrete y Rubén Espinosa Becerril. 31 de julio en la colonia Narvarte. 

* "Balada para una niña citadina" de Mirtha Luz Pérez Robledo. Música / @frutanegra




 





Las palabras, el primer juguete



Algunos de los libros publicados por Luis Jorge Boone


Entrevista
Las palabras, el primer juguete

Xóchitl Salinas Martínez entrevista a Luis Jorge Boone

Hola, Boone, muchas gracias por aceptar conversar conmigo en exclusiva para Mood Magazine. Sé que eres un escritor muy activo y conocido por tu trabajo como poeta, cuentista y novelista, así como también en el ensayo y la columna. Eres de los escritores más sólidos y con presencia de nuestra generación y no lo digo yo, sino que lo atestiguan los múltiples premios que te han dado y tu constancia en la publicación de tu obra. Platiquemos un poquito para que nuestros lectores sepan algunas cosas más sobre ti: 

*Podríamos comenzar hablando sobre tu inicio como lector. ¿Cómo fue que te enamoraste de los libros?, ¿qué leías en esos momentos?
Lo primero que leí fueron los cómics que me regalaba mi abuela paterna. Yo los coleccionaba desde antes de saber leer. Quería que me enseñaran las letras para poder leerlos; cuando me dijeron que sólo íbamos a leer libros, me decepcioné un poco. Luego fui agregando otras cosas. Poesía primero. Narrativa, teatro, divulgación científica. Creo que una relación con el lenguaje funciona siempre en varios sentidos, es decir, no te topas con la resonancia de las palabras en una sola ocasión, en un solo objeto. La música también fue importante para mí. Las canciones son mitad palabra y mitad melodía. Refiriéndome a los libros, lo primero que leí y me encantó fue una antología de leyendas y mitologías del mundo. Luego vinieron cosas que me llevaron a distintas zonas de la literatura, sin una guía precisa. La Divina comedia, la poesía de Neruda, los cuentos de Arreola y Rulfo, las obras de Shakespeare.

*¿En qué momento surge tu interés por “dar el brinco” entre disfrutar leer y comenzar a desear contar historias?
Creo que empezó sin darme mucha cuenta de lo que estaba haciendo. Se dio con naturalidad. Decía Daniel Sada que las palabras son el primer juguete de un niño, y así fue, un poco. Quería provocar que mi lenguaje hiciera lo que veía que hacía en los libros. Se cargaban de una energía y producían unos efectos recargados, potenciados, que el habla cotidiana ocultaba, y que se mostraban a través del trabajo literario. Es un contagio. Una tentación también, la de romper el límite entre testigo y actuante. Ser parte de eso que te entusiasma.

*¿Cuáles son tus raíces literarias y a qué autores consideras fundamentales en tu vida y tu trabajo?
Empecé en los cómics, la poesía, la mitología, los géneros populares. Eso me formó como lector. Descifrar de qué autores vienes como escritor no es labor de uno mismo, sino de quien tenga una distancia adecuada. En ese aspecto me interesa más mi vida como lector; ahora, creo además que uno va conformando círculos a partir de los autores que a le interesan, y de los que más te conmueven y te llevan a nuevos enfoques y nuevas posibilidades del hecho literario.
Lo que llamo mi primer círculo se formó entre los doce y los veinte, o así. Una etapa de formación. Ahí están Borges, Lovecraft, Poe, Neruda, García Márquez, Bradbury, Vallejo, Faulkner, Philip K. Dick.
Luego, entre los veinte y los treinta, encontré a Sam Shepard, Barry Gifford, Cormac McCarthy, Inés Arredondo, Wislawa Szymborska, Leonard Cohen, Luis Antonio de Villena, Don DeLillo, Scott Fitzgerald, Ane Carson, Salman Rushdie, Javier Marías, Paul Auster.
Después están los autores que empecé a leer hará unos diez años, poco más: Joyce Carol Oates, Truman Capote, Richard Ford, Emmanuel Carrère, Alice Munro, Ricardo Piglia, Julian Barnes.
Son autores de los que tengo casi toda la obra, o en eso ando, de quienes espero sus libros nuevos, a los que releo. Últimamente he pensado bastante en esos círculos de lectura personales. Son como los anillos de los troncos de los árboles. Se traslapan, no están definidos del todo, se prestan espacios y elementos entre sí. Son como las capas geológicas de la biblioteca, si la entendemos no como el espacio en el que se resguardan los libros, sino como el ejercicio de lectura que de ellos hacemos.

*Dicen que el que no oye consejos no llega a viejo; ¿qué consejo te dieron, cuando estabas comenzando tu carrera y sigues considerando importante?
El consejo más importante no vino de un escritor, sino de una profesora que tuve en la prepa: estudia lo que puedas, lo que esté al alcance, pero dedica tu vida a lo que de verdad te gusta. Los estudios oficiales no definen de ninguna manera el resto de nuestras vidas, la pasión sí debería de hacerlo.
Y una vez leí en una entrevista que le hicieron a Jaime Sabines una frase que me encantó, y que se me quedó grabada. Cuando le preguntaron qué le gustaba imitar de los autores que admiraba, él dijo: la búsqueda de la libertad.

*En estos pocos más de 10 años que llevas publicando y siendo un autor siempre presente ¿cómo miras, en retrospectiva, tu paso por el camino de las letras?
Ya son 14 desde que publiqué mi primer libro a los 26. Ya llovió. A veces no entiendo cómo llegué aquí, a poder dedicarme a diario a lo que más me apasiona en la vida. Antes de publicar mi primer libro pasé cinco o seis años en talleres literario, leyendo, compartiendo libros e inéditos con mis amigos, en la soledad que me daba vivir en Monclova, en una época sin internet omnipresente ni redes sociales. Lo agradezco muchísimo. Ahora todo sucede a la vista, y eso hace cierto daño. Me siento bien con cómo han ido las cosas. Hubo épocas de esfuerzo que parecían no alcanzar ningún objetivo, en las que me sentía perdido; hubo otras en las que los proyectos empezaron a cumplirse, en que los libros encontraron su camino. El trabajo, el estudio, la dedicación, la disciplina, pero sobre todo el gusto, todo esto me ayuda a escribir. Yo estoy aquí porque me gusta escribir. Y porque me gusta tanto, por eso puedo sortear lo que está alrededor.

*¿Con cuál género literario te sientes más cómodo trabajando?
Cuando escribo cuento, digo que ese. Luego escribo un poema y pienso que mejor ese otro. Es el que esté escribiendo en ese momento. Me doy cuenta de que soy muy voluble.

*Nos podrías contar, por favor, sobre tus más recientes libros, Figuras humanas (Alfaguara) y Bisonte mantra (Era)
Figuras humanas es mi cuarto libro de cuentos. Son historias sobre el amor. Sobre cómo nos descubrimos amantes, lo vivimos, y de los conflictos que entraña. No sólo en el amor erótico, sino en la amistad, en el imposible, en la nostalgia, en los lazos de sangre. Es un catálogo de las formas en que experimentamos el amor, y un recorrido por paisajes y tonos narrativos y formas de contar.
Bisonte mantra es un libro de poemas que tiene la estructura de un viaje por las carreteras y el desierto de Coahuila. Quise hacer un recuento de las místicas que me han interesado, y quise que el libro, que es un poema largo fragmentado, fuera una meditación.   

*¿Cuáles son los temas que te interesa abordar ahora y desde qué perspectiva te gustaría hacerlo?
Cuando termino un libro, pienso en qué cosas no he hecho, qué temas no he tocado, y que me interesan. Creo que la ambición es tener un espectro temático amplio. Pero eso lo juzga el lector. Uno hace lo que puede con lo que tiene.

*¿Nos podrías hablar un poco sobre lo que estás trabajando en estos momentos?
Acabo de pasar un año o poco más sin escribir. Nunca me había sucedido. Pero luego de varios intentos, al fin me pude concentrar en libro de cuentos. Y con ese ahí la llevo.

*Para despedirnos, platícanos alguna anécdota divertida que te haya ocurrido en alguna de las muchas presentaciones de alguno de tus libros.
En las presentaciones pasa de todo. Me han dado hasta bendiciones rituales ancestrales. Aunque muy seguido se presenta eso de “yo más que una pregunta tengo un comentario” o “más que un comentario tengo un evangelio”, nunca ha pasado lo del video que corrió por internet, del señor que corrió a un grupo de rock que iba a tocar en la plaza de su pueblo: “yo más que un comentario, traigo un machete”. Y eso ya es ganancia.

Luis Jorge Boone y Xóchitl Salinas en Xalapa. 

Dar CLICK AQUÍ para ir a la entrevista en MOOD MAGAZINE




lunes, 30 de julio de 2018

El llanto del Hudson




El llanto del Hudson

Xóchitl Salinas Martínez

“Las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río. Si están ahí es para que podamos llegar a la otra orilla, la otra orilla es lo que importa.” José Saramago

Hudson (2018, Editorial Nazarí), el más reciente poemario de Xánath Caraza, cuenta nuevamente con la traducción de Sandra Kingery con quien la autora ya suma años de formar un sólido equipo de trabajo que permite a sus libros llegar a más lectores y esta vez lo hacen como tejedoras de historias a través de los 50 poemas que lo conforman. El bilingüismo, español-inglés, que siempre ha sido fundamental para ambas, en este libro se vuelve vital pues al hablar de la condición migrante en Estados Unidos, en la zona que rodea al Río Hudson, sabemos que muchas de esas historias se respiran en español. Así, dentro del cuerpo principal, los poemas nos ofrecen un tema en específico: la situación de los migrantes teniendo al Río Hudson como mudo testigo de sus destinos; pero Xánath nos quiere dar más, por eso, dentro del continente poético, se suman otras dos lecturas o voces -señaladas en negritas y en cursivas- que potencian, crecen y trifurcan su contenido. El libro se multiplica en brazos como el mismo río. Hudson es tres libros en uno o es incluso más, pues se deja abierta la interacción lúdica de quien lee y se apropia los poemas. El lector tiene un papel fundamental en este poemario, se vuelve protagonista porque siente muy de cerca las palabras pero también lo hace suyo, no sólo siguiendo la propuesta sino buscando y encontrando otras nuevas.

En Hudson, la voz poética de Caraza se vuelve ancestral.  Xanath Caraza hace un homenaje a las elegías griegas y la actualiza mostrándonos una realidad avasallante. Es una travesía, guidada por Caronte, mientras vemos a los espíritus vistos en forma de cantos que se van transformando en gritos de denuncia y es, también, el coro que no permite que olvidemos su mensaje. El Río Hudson se convierte en el Río Aqueronte contemporáneo.

El tiempo se fractura
con la corriente y
Caronte abre los brazos.[1]

De tal forma,  Xánath Caraza transforma sus tres propuestas de lectura antes referidas, en vasos comunicantes, en afluentes mismos del Hudson con sus distintas densidades. Las palabras resaltadas en negritas se transforman en una oda al agua como parte fundamental de la creación, de ahí que sea una suerte de hagiografía de la vida. Las señaladas en cursivas, por su parte, hacen la función de coro dentro de esta la tragedia moderna. La lectura total de los poemas nos confronta con el problema, con la desgracia y el desamparo; es ahí donde la preocupación se transforma en una crítica social y política respecto a trato y lo que enfrentan los migrantes latinoamericanos, no sólo en esa parte del país, sino en todo Estados Unidos. El poemario Hudson se transforma en un enorme espejo que nos muestra una realidad avasallante:

2017, 2018: En el Hudson se ahogan los sueños de quienes se dejan la vida en empleos mal pagados, muchos de ellos, ilegales. El Hudson se lleva la ilusión del migrante, que sin importar sexo o edad, vive continuamente la discriminación por el tono de su piel, por su lugar de procedencia, por su idioma materno. Para muchos de ellos, el Hudson, se transforma en ese recuerdo/pesadilla que creían haber dejado atrás: su cruce por el Río Bravo, en el sur del país al que llamaban, cuando aún se encontraban su lugar de origen,  “el de los sueños”.  Ya desde el nacimiento oficial del río, muestra uno de sus destinos,  Tear of the Clouds – el lago está ubicado en los montes Adirondacks-. Por desgracia, aunque siempre ha sido una realidad palpable con periodos de terrible oscuridad, desde el inicio de la campaña del actual presidente, se ha convertido en una verdad cruenta que agrede a cada paso, que humilla, que se vuelve mortal. Ha vuelto a liberarse el monstruo de las mil cabezas. Recordemos que, al Río Hudson, también lo conocemos como el Río del Norte o el Río Anegado, y forma parte de la frontera entre los estados de Nueva York y de Nueva Jersey. Frontera, aunque interna, cumple su función: divide. El Río Anegado, se ha vuelto el símbolo de quienes anegan los derechos humanos de un enorme sector. Y aunque su tránsito comercial es muy importante, me atrevería a decir que fundamental para la economía del país; no nos permite olvidar que, también, traza una divisoria entre lo que es marginal y lo que no lo es. Aunque su nombre evoca el progreso a través del comercio -debe su nombre a  Henry Hudson un comerciante inglés que trabajaba para Francia y Holanda y que exploró el río en 1609-, sus fuertes mareas hacen que partes del puerto de Nueva York sean difíciles y hasta peligrosas para la navegación. Esas mareas se convierten en un símil con lo que ocurre a nivel social,  pues se humaniza y se integra en la vida cotidiana. El Río del Norte es, para muchos,  un vecino agradable pero, también, a veces, como en invierno cuando los bloques de hielo flotan por sus aguas se convierte en una especie de testigo y, a veces, hasta de border patrol agent. El sonido de sus aguas, su voz, parece interpretar un canto dulce y asimismo, por momentos, un canto tortuoso, desgarrado que nos cuenta sobre el naufragio de los sueños de tantos y tantos.  

Es el dolor de un pueblo
el que se desliza en
la sangre de la tierra.
Acantilados bermejos
contienen la angustia
y las rítmicas palpitaciones.[2]


Xánath Caraza escribe desde la preocupación y el asombro al entrever que, a pesar del movimiento frenético y brillo que parece recubrir a la ciudad de Nueva York, tiene otras rostros, por un lado, el sometimiento de un gran sector de sus ciudadanos que se  que se deja llevar por la inercia y la apatía, que se somete de forma callada y automática a su cotidianidad laboral; otra de ellas, que contrasta con los rascacielos, es la ira enmarcada en el rostro y las acciones de sectores recalcitrantes que han encontrado un impulso en el pensamiento manifiesto de quien gobierna la nación como si fuera Hades.

La ciudad avanza con luces y corazones vacíos.
La oscuridad cubre el refulgente camino,
no queda nada ni siquiera el destello del agua.[3]

La personificación del Río Hudson  es el de ira, su corriente es su sangre, que a veces susurra y otras, grita pero siempre escucha.  La autora, poema a poema, conversa con él, crea un vínculo de comunicación constante, lo convierte en alguien cercano pero también reconoce su poder ancestral:

Fluye, celestial palabra,
agua de río y vida del
vientre de la tierra.[4]

El infierno crece: el pasado mayo, el día 6, se impulsó “Tolerancia cero”, una política que separa a los niños de las familias de migrantes ilegales creada para atemorizar a los llamados Dreamers y tratar así de reducir el flujo migratorio. En sólo 6 semanas, según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés), se separaron a cerca de 2,000 menores de su familia. Básicamente, “Tolerancia cero”,  consiste en que las familias que llegan a la frontera sur, de forma ilegal provenientes, en su mayoría, de Guatemala, El Salvador y Honduras, sean procesadas en cortes federales criminales. Como los niños no pueden ser retenidos, son reclasificados como “niños sin acompañante” y van a parar a refugios, que en realidad parecen prisiones,  gestionados por el Departamento de Salud y Servicios Humanos.

Trueno apasionado,
el agua y el viento
escarifican la piel de la tierra.
Sangra el silencio,
el agua corre y la tierra
pulsa contenidos deseos.[5]

Fue hasta mediados del mes de junio, cuando la noticia dejó de susurrarse y se mostró al mundo que se horrorizó ante las historias de niños arrancados de los brazos de sus padres y padres que no pudieron saber dónde habían llevado a sus hijos y las imágenes que mostraban a niños llorando aterrorizados mientras eran puestos en jaulas con colchonetas en el piso y con la luz permanentemente encendida. Las imágenes que conmocionaron a la humanidad se vivieron en Texas en un sitio es que conocido popularmente como “la perrera”. Si bien en las noticias, se enfocaron en los denominados refugios ubicados en el sur, estos están distribuidos de costa a costa y de frontera a frontera incluyendo, por supuesto, las áreas cercanas al Hudson. En total existen 86 centros llamados de cuidado infantil en todo el país, de los cuales nueve funcionan como centros de seguridad, tres como centros de terapia para niños con padecimientos psiquiátricos o psicológicos y los otros 74 como refugios temporales. La controversia aumentó tras conocerse una serie de videos que mostraban a niños, incluso de tres años, acudiendo solos a los juzgados a declarar sin siquiera saber lo que es un abogado y sin hablar o comprender el inglés.


La voz de las fábricas,
de metales que cortan
el Hudson, abren las venas,
entierran la dura realidad.

Los poetas están de luto.
La luz del agua se graba
en las yemas para que
la historia no sea olvidada.[6]


La polémica internacional sobre el abuso en contra de los inmigrantes indocumentados, que separaba a los menores de sus padres cuando eran detenidos por las autoridades migratorias, aún continúa en boca de todos pese a que dicha práctica fuera revocada debido a las exigencias nacionales e internacionales. La controversia sigue viva al comparar estas medidas con las ya vividas durante la segunda guerra mundial por los gobiernos fascistas.

No hay rincón de la ciudad
que no escuche venir el fuego.
Se acerca el caos a los edificios,
la angustia de la gente en el aire.
La corriente se llena
de sangrantes metales
y con ella se traga la noche.[7]

Ante tanto dolor, por lo la infancia vejada y herida, por el sufrimiento padecido por las víctimas inocentes, la voz poética de Xánath Caraza lanza una oración para el Hudson, le insta a que, con sus aguas, borre todo este calvario vivido por los inocentes. La autora le pide al río que limpie el mal con sus caudales,  que se establezca como fuente de vida y se lleve consigo las pesadillas para poder cerrar o, mínimo, encapsular, este periodo oscuro y abra paso, de nuevo, a la esperanza:

Medita en este navegar mecánico.
No queda nada,
solo el angustiante ulular del viento
antes de llegar al agua.
Tiemblan las suaves manos
al escribir, son las dueñas de
los pensamientos salvajes,
de la ira de los oprimidos.
Agua del Hudson:
despierta y desenraiza
el dolor: las pesadillas
de niñez que se hacen realidad.[8]


[1] Caraza, Xánath. Hudson. Traducción: Sandra Kingery. Editorial Nazarí. España, 2018. pp: 16.
[2] Op. cit. pp: 32
[3] Op. cit. pp: 26
[4] Op. cit. pp: 24
[5] Op. cit. pp: 38
[6] Op. cit. pp: 36
[7] Op. cit. pp: 40

miércoles, 25 de julio de 2018

Sin embargo



Elvira Sastre. (España, 1992)

Sin embargo

Elvira Sastre

Te deseo a alguien

que no te diga lo guapa que eres

sino que te lo enseñe,

para que te lo aprendas

sin necesidad de repetírtelo.



Te deseo un poema sin adorno,

frases ridículas,

palabras llanas y simples,

para que entiendas que en el amor

poesía es lo que sale de su boca

y no lo que lees en los libros.



Te deseo un amante con el corazón roto

para que sepa entenderte

y para que respete tu tristeza

cuando haya humedades,

pero sobre todo

para que proteja los destrozos del tuyo

con el suyo

y cuando tiemblen

tener un sustento.



Te deseo un admirador del nudismo

para que vivas lo que es una mirada desmaquillada,

para que coloques los espejos al otro lado,

para que te lleve con los ojos

a amar tu cuerpo sobre todas las cosas,

para que respete tu belleza

y haga de tu silueta el mapa de su tesoro.



Te deseo a un fiel del mar

para que jamás detone las olas de tus lagrimales,

para que acepte que un día serás calma

y otro tempestad

y aun así decida volver a ti cada día,

para que no evite que te derrames,

para que lleve tu sabor en la piel

y mire dentro de ti aunque escueza.



Te deseo a un poeta

con toda mi pena

para que te condene en su egoísmo

a la eterna salvación,

para que te haga inmortal

cuando tengas ganas de morir,

para que la única bala que te dispare

cuando le abandones

-porque tú eres un pájaro atrapado en la nieve,

recuérdalo, amor mío-

sea la que detona una palabra,

para que cuando te sientas nadie

recuerdes que eres el olvido de alguien.



Te deseo a tantas personas

como amor quiero hacerte.



Yo, sin embargo,

solo te deseo a ti.


"Sin embargo" está incluido en su poemario Baluarte




*Elvira Sastre (Segovia, 1992). Reside en Madrid, en cuya universidad cursó el Grado de Estudios Ingleses y el Máster de Traducción Literaria. De vocación temprana, a los 15 años empieza a publicar poemas y relatos en distintas revistas y en su propio blog. En 2013 publicó el poemario 43 Maneras de Soltarse el Pelo, y al año siguiente su segundo libro, Baluarte. Le siguieron Ya Nadie Baila (Valparaíso, 2015), La Soledad de un Cuerpo Acostumbrado a la Herida (Visor, 2016) y Aquella Orilla Nuestra (Alfaguara, 2018)



lunes, 23 de julio de 2018

Natalia Litvinova lee un poema de Siguiente vitalidad

Natalia Litvinova lee un poema de «Siguiente Vitalidad» from Libros Tadeys on Vimeo.

Ecos de la memoria




La última cintura


Después de años de planos trazados a la perfección,

mi madre terminó remendando ropa ajena.

Un día llegó Juan con su leucemia.

Trajo pantalones para achicar. Estaba perdiendo peso.

Cada vez que venía, yo me tapaba la boca.

Quería arrojarme sobre su cuerpo.

Cinco pantalones reducidos para las cinco versiones

de su cintura. Juan, eras blanco cal,

la luz desperdiciada en la dimensión de tus ojos,

tus labios como si toda tu sangre se congregara allí.

La última vez que te vi trajiste el sexto pantalón

y lo destrocé sollozando hasta quedarme dormida.

A la mañana siguiente encontré a mi madre

con los ojos cristalizados, detrás de la máquina de coser,

iluminada por los débiles rayos del sol.

Al lado de toda esa ropa arrugada, indecente, sin dueño.

*

Un día se inició el olvido




Las partículas de tu rostro

comenzaron a desintegrarse.

Ahora todos los hombres

te retienen en sus rasgos.

Tus gorros roídos por las polillas

y los guantes deformes

por la ausencia de manos.

Un día todos los hombres

que caminaban bajo la lluvia

estuvieron hechos

a la medida de tu cuerpo.

Ya no recuerdo cuán ancha la espalda

o cuán suave la tela del abrigo,

un día el olvido comenzó,

estaba sola en el andén

y las puertas del vagón

se cerraban y se abrían

como si ingresara

una multitud de fantasmas.

La luz de la luna oscilaba

como un farol y las estrellas

parecían colmillos

de un animal al acecho.

Cesaron mi infancia y tu vejez

pero tu voz no,

campana indestructible,

trina en mi sien,

enferma de misterio.
*


Doma




¿Qué hacen los hombres de mi pasado,

qué ciudades destruyen? Cuando un caballo sin jinete

atraviesa el campo, veo en su mirada que lo han domado.

¿Qué hacen lejos de mí? ¿Y por qué los busco

en los ojos de los animales?



 *

La piel no se renueva


Enamorada y sola

voy a arrancar mi corazón

de la lluvia

y lo voy a nutrir 

*

La piel no se renueva, recuerda.

Es corteza de un árbol tatuado con una navaja

o el caparazón de un grillo que se raspó contra la amapola.

Soy un sol blanco que rueda por el desierto,

y los hombres me miran cubriéndose la cara.


*

Lloramos para interrumpir

el desierto de los ojos
así como indagamos la vida
para descansar de la muerte.
Los recuerdos que oculto

terminarán aullando.

*

¿Madre, te acuerdas de los niños

que lanzaban piedras a nuestra casa?

¿Por qué no les dijiste que sus sueños

caerían con más violencia? 

*

Soy el bolsillo expuesto de mi cuerpo.

Los días como una tijera.

Despierto y digo en voz alta la oración

de mi abuela analfabeta

y corto el miedo con mi lengua.


 *

Chernóbil 


Hay días blancos y días negros,

antes de mi nacimiento un día negro explotó,

y mi abuelo no vio más colores. Los sobrevivientes

pudieron escribir su nombre en la ceniza y volver

a la oscuridad del hogar.




*Nacida en Gómel (Bielorrusia) en 1986, Natalia Litvinova es poeta, editora y traductora. Ha publicado Esteparia, Balbuceo de la noche, Grieta, Rocío animal, Todo ajeno, Cuerpos textualizados, Cesto de trenzas y está por presentar su más reciente poemario Siguiente vitalidad.

 Junto con Javier Galarza. Compiló y tradujo las antologías El ruido de la existencia (2013) de los poetas rusos Vladislav Jodasevich y Serguéi Esénin; y El espejo equivocado (2013) de Cherubina de Gabriak. Actualmente imparte talleres presenciales y virtuales acerca de la historia de la poesía y la producción de textos.