El abrazo íntimo de la drosera
Xóchitl
Salinas Martínez
“Quién
pudiera recibir de ti esos ojos con el mismo deseo y la misma hondura. Eres lo
que hace falta. […] Carne con su temblor y su sintaxis. Ese lugar en el que la
inteligencia y la sensualidad se hacen un nudo.” Andrés Neuman
Uno de los espacios que parecen configurados para el
deseo, es la noche. Y es la noche, la que, entre sombras, nos permite descubrir
la sensualidad desde el ámbito femenino creado por Liliana Uribe. Las hojas
tentaculares de la drosera cautivan, atrapan al amante, lo hacen suyo, lo
dirigieren. Las aspiraciones florecen aromáticas invitando al ritual en donde
se juntan todos los tiempos. La naturalidad con la que los versos de Uribe abordan
la sensualidad, cautiva al lector para que la acompañe por las páginas de Drosera, incitándolo en una búsqueda
piel adentro para explorar y navegar su propia intimidad.
El libro está configurado para ser una experiencia
sensorial. Los poemas se transforman en imágenes intensamente palpables, en
donde disfrutamos el sonido del lenguaje empleado, la pasión amorosa retumba,
es percusiva, se convierte en latidos que se aceleran, se desbordan
impetuosamente. Cada uno de los poemas se despliegan, ante nuestros ojos, como
un abanico que nos envuelve en la conciencia simultánea de nuestros cinco
sentidos.
La voz de Liliana Uribe, tan atrayente, tan cercana,
expone cada detalle, el ritmo es marcado por descripciones arrancadas de notas
románticas, pasionales, que queman. Los lectores nos dejamos llevar fascinados,
no nos separamos de ella ni de las flores escarlata con mieles chisporroteando
en sus pétalos.
La escritura de Uribe produce un dinamismo que se
convierte en la impronta de su estilo. Página a página nos encontramos con la
intimidad plasmada en su voz poética que
reflejan sus pensamientos versados. La autora nos invita abiertamente a navegar
por el deseo, a ser cómplices dentro del umbral del sueño compartido, nos abre
la ventana del mundo femenino mostrándonos su calidez y su ambrosía. Los
versos se convierten éxtasis. Todo es, al mismo tiempo, testigo y
exteriorización. La enunciación del deseo manifestada con asombro y vértigo;
pero también, asumido, gozado y expresado.
Liliana Uribe, en Drosera,
se convierte en la creadora del espacio amoroso. Es, mediante la
hipersensibilidad del cuerpo, que surge el anhelo de mostrarlo y experimentar
esas vivencias como algo intrínseco al ser. La coreografía del deseo que surge
a lo largo de la vida y se repite sin cesar piel adentro. Mediante los versos
se pueden percibir los movimientos y las caricias de la mano amada y amante que
permanecen en el cuerpo hasta el fin de la lectura.
... la fina tela de un color rojo llamativo, impregnada de aquellos olores que cautivan, nace un peculiar estilo que a muchos hace sonrojar y a otros despierta.
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