María
del Carmen Mondragón Valseca: Mirada hipnotizante que seducía a cualquiera,
carácter fuerte y extravagante. La mujer que dicen que fue la más bella de su
época nació el 8 de julio de 1893 en México pero estudió en Francia, cuando
Porfirio Díaz envió a su padre a Europa en una misión. A los 10 años, Carmen
escribía rebelde: “Protesto a pesar de mi edad por estar bajo la tutela de mis
padres”, cuando pensaba en que le arreglarían un matrimonio.
Carmen,
hija del General Mondragón – quién resulto ser uno de los participantes de la
Decena Trágica, motivo por lo que fue desterrado del país – fue conocida desde
siempre como una niña burguesa con un espíritu indomable, con una gran ansiedad
por amar y ser amada y hasta idolatrada.
En
1921, después de una larga estadía en Europa, regresa a México, donde es
pionera en el uso de la minifalda y se
mezcla con los círculos culturales más importantes de la época, donde ella no
sólo es musa sino también creadora: la poesía y la pintura son sus dos principales
formas de expresión; aunque actualmente aún no se ha publicado toda su obra.
A
los 20 años se enamora de un cadete del regimiento de su padre, el después
pintor Manuel Rodríguez Lozano quién la desilusionaría tanto en lo emocional como en lo íntimo: pues
Rodríguez Lozano era homosexual. Se casaron en 1913. El matrimonio fue tormentoso,
marcado por peleas y la muerte de su único hijo cuando todavía era un bebé; la
leyenda dice que la propia Carmen lo ahogó, pero la investigación histórica
sostiene que el niño falleció mientras dormía. En 1921 el matrimonio volvió a
México; Carmen quiso el divorcio, pero su familia no se lo permitió, no eran
épocas de divorcios, pero a Carmen poco le importó.
Conoció
a Gerardo Murillo, famoso artista y vulcanólogo que intervenía en política y se
mudaron al ex convento de La Merced. Murillo se cambió su nombre por Dr. Atl
(agua en náhuatl) cuando viajaba en barco de Nueva York a París y se desató una
tremenda tempestad.
Dr.
Atl se convirtió en una influencia tan grande en la joven que ella decidió
cambiarse el nombre por Nahui Olin, que es la fecha que en el calendario azteca
significa el movimiento renovador de los ciclos del cosmos, y comenzar una
carrera como pintora y poeta; y entonces renunció, para siempre, a ser María
del Carmen Mondragón Valseca.
“Mi
nombre es como el de todas las cosas: sin principio ni fin, y sin embargo sin
aislarme de la totalidad por mi evolución distinta en ese conjunto infinito,
las palabras más cercanas a nombrarme son NAHUI-OLIN. Nombre cosmogónico, la
fuerza, el poder de movimiento que irradian luz, vida y fuerza. En azteca, el
poder que tiene el sol de mover el conjunto que abarca su sistema, pero, sin
embargo hace siglos que existe mi substancia sin nombre alguno va evolucionando
y hace siglos y ahora mismo que no tengo nombre y voy marchando sin descanso
alguno en un tiempo sin fin y soy en una faz distinta el sin principio ni fin
de todas las cosas.”
Nahui
Olin y el doctor Atl fueron una pareja perfecta y explosiva que causaba
terremotos emocionales en el convento de la Merced, su hogar. Vivían cada
momento como si fuera el último, como si quisieran consumirse de pasión y
resucitar al siguiente día para comenzar otra vez. El Doctor Atl y Nahui Olin
eran excéntricos y que vivieron sus días juntos tan apasionadamente que las
discusiones, los celos y el romance los consumieron.
“Amor
eterno, amor Atl, la palpitación de mi corazón es el sonido de tu nombre, que
amo con toda la frescura de mi juventud, único ser que adoro, moja los ojos de
tu amada con el semen de tu vida, para que se sequen de pasión, quien no ha…y
será, más que tuya”.
El
Doctor Atl celaba a la pintora porque constantemente posaba desnuda para otros
pintores y fotógrafos, probablemente para celebrar su libertad y derecho a
decidir su vida: no seguir las reglas impuestas por el general, encontrar su
camino, seguirlo y vivirlo como le pareciera mejor. Su cuerpo fue el medio para
expresar tanto su libertad como su sexualidad; era la extensión que le permitía
alcanzar a alguien más y unirlo a su existencia. Por ello, posó desnuda para el
fotógrafo Edward Weston en Hollywood.
Poco
después, de finalizar su relación con Alt, Nahui pudo encontrar la calma al
lado de Eugenio Agacino, marino español con quien vivió un romance menos
pasional y más romántico. La pareja perfecta se rumoraba en la época; sin
embargo, Agacino murió intoxicado en Cuba.
Ella
lo esperaba en la orilla del mar de Veracruz. Él nunca llegó. Desde ese
momento, la artista decidió alejarse de la vida pública. Deshecha por su mala
suerte en el amor, por perder a su único aliado de esos días y dio su carrera
artística como finalizada. Después de la muerte de Eugenio Agacino, Nahui Olin
no volvió a ser la misma. Dedicó menos tiempo a la pintura y más a escribir.
Sin embargo, expuso por última vez en 1945. A pesar de la desdicha, Nahui Olin
vivió 40 años más.
En
los últimos años de su vida, vivió con sus gatos en la casa que heredara de sus
padres, desempeñándose como maestra de pintura en una escuela primaria y
sostenida apenas por una beca que le daba Bellas Artes. Andaba por la calle
vestida con harapos, y decía que “era la dueña del sol: cada mañana, lo hacía
salir con su mirada, y cada noche lo devolvía al ocaso”. Se convirtió en un
personaje triste para todos, menos para ella, que seguía orgullosa de su cuerpo
y su pasado. Nunca pudo olvidar a Eugenio: hasta su muerte, colgó en su casa
una sábana donde había pintado a su amante capitán y dormía abrazada a ella.
El
único adorno verdadero que la acompañó en esos días de locura fueron el par de
ojos verdes que nunca perdieron el brillo ni el color. Aquellos que tuvieron el
valor de mirar el funeral del Dr. Atl en Bellas Artes y no se mostraron
deshechos como lo estaba su dueña.
Muy
enferma pide a sus sobrinas que la trasladen a la recámara donde nació y el 23
de enero de 1978, Carmen Mondragón / Nahui Olin, cierra por siempre sus bellos
y enormes ojos verdes. Los restos mortales de Carmen Mondragón descansan en el
Panteón Español en la Ciudad de México.
“Mi cuerpo y mi
espíritu tienen siempre loca sed de esos mundos nuevos que voy buscando sin
cesar y de las cosas o los individuos que tienen siempre nuevos rostros bajo la
influencia de mi espíritu, es una inquietud creadora que juega con esos mundos
que voy creando.”
***
Insaciable sed
(Fragmento)
Nahui
Olin
Mi
espíritu y mi cuerpo tienen siempre loca sed
de
esos mundos nuevos
que
voy creando sin cesar,
y
de las cosas
y
de los elementos,
y
de los seres,
que
tienen siempre nuevas fases
bajo
la influencia
de
mi espíritu y mi cuerpo que tienen siempre loca
sed;
inagotable
sed, de inquietud creadora,
que
juega con los mundos nuevos
que
voy creando sin cesar
y
con las cosas que son una, y que son mil.
Y
con los elementos,
y
con los seres
que
me dan insaciable sed—
y
que no sé
si
tienen
algo
de sangre,—
algo
de carne
o
algo de espíritu—
que
sirven de juegos intermitentes a la sensibilidad
de
mi materia.
***
***Nahui
Olin (1893-1978) fue una artista, por épocas pintora, por épocas escritora o
compositora. Pero México la olvidó hasta que en 1992 se comenzó a hacer una catalogación
de sus pinturas para una retrospectiva que se concretó en 1993 en el Estudio-
Museo Diego Rivera, de la Ciudad de México.
***Fragmento
tomado de: Nahui Olin: sin principio ni fin. Vida, obra.Universidad Autónoma de Nuevo León, 2011.
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