Mi
patria es dulce por fuera
Nicolás
Guillén
Mi
patria es dulce por fuera,
y
muy amarga por dentro;
mi
patria es dulce por fuera,
con
su verde primavera,
con
su verde primavera,
y
un sol de hiel en el centro.
¡Qué
cielo de azul callado
mira
impasible tu duelo!
¡Qué
cielo de azul callado,
ay,
Cuba, el que Dios te ha dado,
ay,
Cuba, el que Dios te ha dado,
con
ser tan azul tu cielo!
Un
pájaro de madera
me
trajo en su pico el canto;
un
pájaro de madera.
¡Ay,
Cuba, si te dijera,
yo
que te conozco tanto,
ay,
Cuba, si te dijera,
que
es de sangre tu palmera,
que
es de sangre tu palmera,
y
que tu mar es de llanto!
Bajo
tu risa ligera,
yo,
que te conozco tanto,
miro
la sangre y el llanto,
bajo
tu risa ligera.
Sangre
y llanto
bajo
tu risa ligera;
sangre
y llanto
bajo
tu risa ligera.
Sangre
y llanto.
El
hombre de tierra adentro
está
en un hoyo metido,
muerto
sin haber nacido,
el
hombre de tierra adentro.
Y
el hombre de la ciudad,
ay,
Cuba, es un pordiosero:
Anda
hambriento y sin dinero,
pidiendo
por caridad,
aunque
se ponga sombrero
y
baile en la sociedad.
(Lo
digo en mi son entero,
porque
es la pura verdad.)
Hoy
yanqui, ayer española,
sí,
señor,
la
tierra que nos tocó
siempre
el pobre la encontró
si
hoy yanqui, ayer española,
¡cómo
no!
¡Qué
sola la tierra sola,
la
tierra que nos tocó!
La
mano que no se afloja
hay
que estrecharla en seguida;
la
mano que no se afloja,
china,
negra, blanca o roja,
china,
negra, blanca o roja,
con
nuestra mano tendida.
Un
marino americano,
bien,
en
el restaurant del puerto,
bien,
un
marino americano
me
quiso dar con la mano,
me
quiso dar con la mano,
pero
allí se quedó muerto,
bien,
pero
allí se quedó muerto
el
marino americano
que
en el restaurant del puerto
me
quiso dar con la mano,
¡bien!
Recita
Rafael de Penagos (Madrid, 1924)
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