LA
NARVARTE
El
día de hoy se cumple un año del multihomicidio en la colonia Narvarte, un
acontecimiento que refleja la situación que vive México en el ámbito de la
libertad de expresión.
Son
muchos y muchas periodistas que nos faltan en el país, todos y todas víctimas
de la intolerancia y el autoritarismo de gobernantes locales, estatales y
federales.
Quienes
vivimos en México sabemos el tremendo valor que tienen los periodistas que se
atreven a escribir y hablar con la verdad, a no querer tapar el sol con un
dedo.
También
sabemos de la bola de corruptos y asesinos que cada tres o seis años se hacen
con el poder y desde ahí sangran a nuestro país todos los días.
Desde
nuestro sitio vemos y sufrimos los atropellos; desde nuestro sitio unas veces
hablamos y otras veces callamos; desde nuestro sitio hacemos o no hacemos, pero
está claro que sabemos lo que pasa.
Nuestra
solidaridad con las familias de l@s 5 de la #Narvarte
Quienes
sabemos del dolor, la dignidad, la rabia y la lucha les abrazamos.
*Texto:
Omar García Velásquez. Sobreviviente del ataque perpetrado contra los
estudiantes de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, el día 26 de septiembre
de 2014.
Imagen tomada de Sinembargo.mx |
Carta
Cuando
nos arrebatan lo que más amamos, no existe ya la posibilidad de justicia.
Cuando la palabra justicia pierde significado, sólo nos queda la defensa de la
memoria, la defensa propia.
“[…] país-infierno, país de policías. Largo río de
llanto, ancha mar dolorosa, república de ángeles, patria perdida. País mío,
nuestro, de todos y de nadie […]” –Efraín Huerta.
Desde
este país que se sostiene sobre pilares de miseria, injusticia, impunidad,
corrupción y crimen.
Desde
este país cuya gran parte de la sociedad se alza como una corte hostil para
juzgarlo todo a través de su lente empañada de prejuicios y doble moral.
Desde
este país donde “poderoso caballero es don dinero”.
Desde
este país donde tienen el mismo argumento para todas las investigaciones de
hechos violentos.
Desde
este país donde se revictimiza a las víctimas y se protege a los criminales.
Desde
este país donde los jueces dejan a la ciudadanía en un estado de indefensión
con su omisión deliberada al dejar libres a los delincuentes, argumentando que
no tuvieron el debido proceso o que “no sabían que iban a delinquir”.
Desde
este país donde las Procuradurías exhiben el sistema de injusticia incapaz de
armar casos sólidos y atender un número creciente de expedientes que se
acumulan unos detrás de otros.
Desde
este país cuyo interés político del Gobierno, no le permite mirar la escalada
de violencia y se vuelve autoridad omisa o cómplice capaz de obstaculizar una
investigación judicial.
Desde
este país donde abrir los ojos cada día y descubrir que se está aquí, es más
que un milagro.
Desde
este país de fuegos cruzados, de defensorías de derechos para los delincuentes.
Desde
este país donde nos crean la ilusión de libre tránsito y de libre expresión.
Desde
este país donde impera la negligencia o la incapacidad en las instituciones.
Desde
este país donde la mayoría de los medios son “peces de ciudad que perdieron las
agallas en un banco de morralla”.
Desde
este país donde te persiguen, te acosan, te amenazan.
Desde
este país donde a la violencia de los criminales le sigue la violencia
institucional.
Desde
este país donde a uno lo van borrando, le van quitando la esperanza.
Desde
este país donde parece ser que el único lugar seguro es un libro.
Desde
este país donde no sirven nuestras palabras ante sus balas.
Desde
este país mi voz pretende salir, alzarse y que la lleve el viento a resonar
allende las fronteras para denunciar que al dolor que me invade por el
asesinato de mi hija Nadia Dominique Vera Pérez, se aúna el dolor de saber que:
A
una vuelta de la tierra alrededor del sol, es decir a un año de la masacre.
No
se tiene un móvil claro.
No
hay autoridad alguna que quiera hacer una investigación seria, justa, sin
intereses políticos ni personales, sin dinero de por medio; una investigación
clara, diligente, exhaustiva, eficaz y científica.
No
se han castigado a los verdaderos culpables de las filtraciones del expediente.
No
se ha investigado quienes se apropiaron de las pertenencias de las víctimas.
No
se le ha permitido declarar a los amigos, familiares y vecinos que han querido
aportar información.
No
se ha buscado el arma con que se cometió el crimen.
No
se mantuvo la cadena de custodia, no se protegió debidamente el lugar, los
objetos y ninguna autoridad impidió que se modificara la escena del crimen.
No
se acataron los protocolos para los interrogados del Gobierno del Estado de
Veracruz, quienes recibieron trato preferencial, restándole así importancia a
que fueron asesinadas cinco personas.
No
ha sido contemplada la actividad de Nadia Vera como activista y de Rubén
Espinosa como periodista, en la ciudad de Xalapa, como un hecho que los colocó
en una situación de vulnerabilidad.
No
se ha investigado al Gobierno de Veracruz (cuyos policías estatales vestidos de
civil detuvieron, golpearon y robaron a Nadia Vera; la subieron a una camioneta
y la amenazaron por sus actividades políticas; entraron a su casa y husmearon;
y con todo ello la obligaron a emigrar al DF).
No
se ha brindado a los familiares el apoyo de atención psicológica y jurídica.
No
son capaces de entender que no hay dinero que repare el daño causado a nuestra
familia, no hay dinero que pueda devolvernos a nuestra Nadia, a nuestro Rubén;
no hay dinero que pueda curar la hondísima herida de nuestro corazón.
No
han hecho su trabajo quienes así se ostentan como autoridades, no han hecho su
trabajo ya sea por incapacidad o por negligencia, por intereses mezquinos o
políticos.
Y
aunque se hubiese hecho bien lo que no se supo hacer , ni con su
encarcelamiento ni con sus vidas de los autores intelectuales y materiales del
crimen, más allá de diez generaciones, podrían pagar ni restituir la generosa e
invaluable presencia de nuestra Nadia, de nuestro Rubén, únicos e irrepetibles.
Mi
país es un campo de amapolas / regado con la púrpura savia de los jóvenes.
“Seamos realistas, hagamos lo imposible”.
Mirtha
Luz Pérez Robledo, madre.
Julio,
2016.