Ilustración de Jun Kumaori |
“[…]
Ahora en cambio veo la insignificancia bajo una luz totalmente distinta a la de
entonces, bajo una luz más fuerte, más reveladora. La insignificancia amigo mío,
es la esencia de la existencia. Está en nosotros, en todas partes y en todo
momento. Está presente incluso cuando no se le quiere ver: en el horror, en las
luchas sangrientas, en las peores desgracias. Se necesita con frecuencia mucho
valor para reconocerla en situaciones tan dramáticas y para llamarla por su
nombre. Pero no se trata tan sólo de reconocerla, hay que amar la
insignificancia, hay que aprender a amarla. Aquí en este parque, ante nosotros,
mira, amigo mío, está presente en toda su evidencia, toda su inocencia, toda su
belleza. Sí, su belleza. Como has dicho tú mismo: la animación es perfecta, y
totalmente inútil, los niños ríen sin saber por qué, ¿acaso no es hermoso?
Respira, D’Ardelo amigo mío, respira la insignificancia que nos rodea, es la
clave de la sabiduría, es la clave del buen humor.”
*Kundera,
Milan. La fiesta de la insignificancia. Tusquets. pp: 135.
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