Enrique Vila-Matas y Sergio Pitol en el Parque Juárez, Xalapa, Veracruz (2012) |
Tantas veces en lugares tan distintos
Enrique Vila-Matas
(Séptima versión de un texto móvil, que aumenta cada
vez que me reencuentro con Sergio Pitol en algún lugar del mundo)
Te recuerdo, Sergio, en Veracruz, firmando un ejemplar
de "Juegos florales", me lo dedicas así: .
Tantas veces en lugares tan distintos.
Te recuerdo en Barcelona a altas horas de la
madrugada, hacia 1968, en lo alto de la avenida de la República de Argentina.
Éramos vecinos, nos veíamos de lejos en locales nocturnos, no nos hablábamos,
no nos hablábamos nunca cuando tú vivías en Barcelona. El destino había pensado
que nos habláramos más tarde, cuando tú vivieras en Varsovia.
Te recuerdo en Varsovia, por donde pasé con una amiga
camino de Alejandría en Egipto. Nuestros billetes de avión nos exigían dormir
una noche en Varsovia si queríamos a un precio realmente económico -eran las
líneas aéreas polacas- llegar a El Cairo. Te llamé por teléfono a pesar de que
no nos conocíamos ni nos hablábamos y nos invitaste a almorzar y nos tomamos un
vodka muy extraño que alargó mucho la sobremesa y acabamos visitando la agencia
de viajes que nos alargó también la salida de Varsovia y nos quedamos en esa
ciudad, invitados a tu casa, un mes entero. El resumen de aquel viaje de 1973,
viaje iniciático para mi, fue: 30 días en Varsovia y uno en El Cairo.
Nunca fuimos a Alejandría.
Tantas veces en lugares distintos.
Te recuerdo en Guadalajara, México, diciembre del 99 cuando
recibiste el premio Rulfo y, al agradecer al público, la asistencia a tu
homenaje, titubeaste y nos sorprendiste a todo diciendo: “Muchas gracias a todos por su ausencia”
Te recuerdo en Mérida, al pie de los Andes
venezolanos, entrando en una farmacia para tomarte la presión. No estaba el
farmacéutico pero su hijo de catorce años se ofreció a tomártela, a pesar de
que no la había tomado nunca a nadie y yo te recomendé que buscáramos otra
farmacia. Te tomó el niño la presión y dijo:“Tiene
usted 17,000 de máxima”. Tú palideciste. El niño
imperturbable añadió:“debería
usted de estar muerto.” Nunca he visto tu rostro tan desencajado. Tuve que
acompañarte a una clínica cercana donde pronto se deshizo el entuerto. Siempre
es así contigo. No existe el aburrimiento, siempre esa eterna inquietud por
algo, siempre un ande contigo entre dos lunas o entre dos frutos que se abren a
los espacios absolutos.Siempre
es así contigo
Tantas veces en lugares distintos.
Te recuerdo en Madrid recordando yo ante el público tu
primer recuerdo, escatológico según yo tenía entendido y tú confirmaste. Tu
hermano y tu sentados en unas bacinillas en la terraza de un patio interior de
la casa familiar; os disponéis a cagar, que es una manera como cualquiera de
debutar en el gran carnaval de la vida. Una joven sirviente repite letanías
propiciatorias a la liberación de vuestros vientres, y unas abejas se alejan de
las tiernas pestilencias y se refugian en las hortensias.
Te recuerdo, Sergio en un bungalow, , riendo de manera
desaforada al leer "Cómo me hice monja" de César Aira mientras Aira
dormía en la habitación de al lado y yo te pedía un helado.
Te recuerdo, Sergio, en Morelia riendo con los tres
chinos que participaban en aquel encuentro internacional: un best-seller chino
de 40 años, un poeta de 60 años que era una gloria nacional (pero tú
sospechabas que era simplemente el comisario político que vigilaba, camuflado
como poeta, al novelista de 40 años exitoso) y finalmente un joven traductor de
20 años que daba la impresión de traducir lo que le venía en gana, ya que el
poeta chino de 60 años le miraba con estupor y rabia cada vez que traducía al
español las palabras chinas. Y te recuerdo, Sergio, expectante la noche en que
por fin iba a recitar el poeta sus poemas gloriosos y el maestro Li Chin Fu
pronunció unas enérgicas palabras en chino, que el traductor tradujo así: .
Sabiduría china, pensamos todos, mientras reíamos contigo, Sergio, que habías
adivinado la condición de comisario del poeta, que en esos momentos, al ver que
reíamos todos, sospechaba que había sido traducido infielmente por el joven de
20 años, al que seguramente fusilaron a su regreso a Pekín.
Te recuerdo -en este caso te imagino- en Brasilia
cuando un 23 de agosto de 1993 te decidiste a enviarme la primera carta de tu
vida y, sin darte cuenta, eliges como fecha la misma de la dedicatoria escrita,
justo exactamente veinte años antes (un 23 de agosto de1973) en Varsovia,
cuando en un ejemplar de "El tañido de una flauta" me mandaste un
enigmático mensaje en que me hablabas de Provenza. ¿Veinte años no es nada?
Te recuerdo en Bujara cuando te mostré una fotocopia
de tu dedicatoria polaca y de la carta brasileña y esperé a ver qué decías y tú
me comentaste únicamente, después de reír bastante, “debió suceder algo...”
.
Tantas veces en lugares tan distintos.
Nos encontramos el año pasado en la Provenza, en Aix,
en el homenaje a Tabucchi y perdiste unos anteojos en una librería. Es
costumbre tuya perder los anteojos en todos los viajes para -como dice Villoro-
poder distorsionar la realidad a tu gusto. En Aix pensé que podía pasar algo
raro, ya que estábamos nada menos que en la enigmática Provenza de tu
dedicatoria, pero no pasó nada extraño, salvo que cuando te comenté una frase
de Canetti que casualmente acababa de encontrar en la librería donde habías
perdido y recuperado tus anteojos -- empezó a llover de forma desaforada y, al
no encontrar taxi alguno y ante mi temor a que volvieras a perder los anteojos,
subimos al autobús.
Te recuerdo, Sergio, en autobús.
Tantas veces en lugares tan distintos.
Te recuerdo la semana pasada en Puerto de Santa María
hablado de los diarios personales de los escritores y concentrándote en el de
Thomas Mann. Y te recuerdo ayer en Barcelona, donde juntos presentamos "El
Viaje" y reímos recodando los recuerdos.
Siempre , siempre ocurre algo en esos encuentros que
me animan a seguir adelante en el camino. Eres mi maestro. Ya somos -como dije
ayer en Barcelona- el maestro y Margarita. Siempre nos sucede algo. Has ido
viajando y perdiendo países, y yo los he perdido contigo.
Te recuerdo en
Xalapa.
*Tomado de: Sergio Pitol. El sueño de lo real. Edición
de Domene, Pedro. "Tantas veces en lugares tan distintos" (Enrique
Vila-Matas). Editorial UV, 2002
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