Milán Kundera |
“La
gente se va encontrando en la vida, discute, se pelea, sin darse cuenta de que
se interpelan de lejos los unos a los otros, cada cual desde su observatorio
situado en distinto lugar de tiempo.
Después
de una pausa, Charles dijo:
-El
tiempo corre. Gracias a él, primero vivimos, lo cual quiere decir que ya hemos
sido acusados y juzgados por la gente. Luego morimos y permanecemos aún unos
años entre los que nos han conocido, pero muy pronto se produce otro cambio:
los muertos pasan a ser muertos viejos, de los que ya nadie se acuerda y que
desaparecen en la nada; tan sólo unos cuantos, muy, muy pocos, imprimen su
nombre en la memoria de la gente, pero, ya sin testigos fehacientes, sin un
solo recuerdo real, pasan a ser marionetas.”
Kundera,
Milan. La fiesta de la insignificancia. Tusquets. pp: 33-34.
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