Marisa y Julio junto a su hija Melisa. Foto: Revista Proceso |
Al
cierre de un homenaje luctuoso, convocado el día 11 de diciembre, por el Centro
de Derechos Humanos Fray Francisco de Victoria y de una colecta en beneficio de
la familia que quedó en la orfandad tras el deceso de Julio César Mondragón
Fontes, Marisa, su viuda, cuenta que conoció al normalista hace tres años,
cuando ella estudiaba en una normal rural de Tlaxcala.
Se
enamoró de él en un baile. Se hicieron novios y hace un año supieron que
tendrían a Melisa, quien nació apenas hace cuatro meses y medio.
La
falta de oportunidad educativa en el Distrito Federal, donde trabajaba mandó a
Julio, hasta la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero.
Según
Marisa, la separación fue tan dura que la última vez que se vieron Julio le
dejó unas palabras escritas, mismas que ayer leyó con un nudo en la garganta.
Fragmentos:
Julio César y Marisa junto a Melisa, su hija recién nacida. |
“Esta
no es una típica carta de despedida, me atrevo a decirte que nunca me olvides,
no olvides que te amo con toda mi humildad. La semilla de un futuro sólo se
siembra con esperanzas.
“Dile
a mi hija que su papi la quiere mucho, aunque para mañana ya no esté, cuídala
mucho, dale amor como yo quería darle a chorros. Corresponde sus preguntas y
dile que por siempre yo la apoyaré.
“Me
voy y no sé si regrese. Tengo mucho miedo por mis sueños, pero quiero que sepas
que a donde yo vaya, tú y la bebé también irán […]. Pase lo que pase aprieta el
paso y no agaches la mirada para que tus esperanzas nunca se caigan.”
“Esta
no es una típica carta de despedida, es una invitación a mi vida, bienvenida a
mi vida. Sin boca no te diría te amo, sin manos no te regalaría un abrazo, sin
sentimientos no estaría contigo. Bebesita (sic) te amo, y aunque siento que la vida se me acaba, sin
saber porqué (sic), me atrevo a decirte que nunca me olvides.”
Apoyo durante el homenaje luctuoso a Julio César Mondragón. Foto: Revista Proceso. |
NOTA:
:'(
ResponderEliminar