En este blog puedes encontrar información sobre escritores, recomendaciones de libros, poemas y temas que me apasionan.
La literatura no es sólo lo a lo que me dedico, es parte de mi vida
Macanudo de Liniers
"¿Y si no fuésemos otra cosa que los brazos de una voz?" Decir. Maliyel Beverido
2.-No
te tomes demasiado en serio, es decir, no te dejes que tu ego te nuble y te
impida avanzar.
3.-o
creas que todo es inspiración, también es trabajo. Escribir tiene un 10% de
inspiración y un 90% de sudor.
4.-No
tengas prisa por escribir un libro. No hace falta que publiques un libro cada
año, porque entonces se pierde el encanto de preparar la historia.
5.-No
puedes ser un general sin haber sido antes soldado, es decir, ve paso a paso.
No pretendas ganar el premio Nobel de forma inmediata y con solo un libro
publicado. Esas pretensiones arruinan cualquier carrera literaria.
Bonus:
Les
dejo algunas de sus frases sobre la literatura:
*“Nada consuela más al novelista que descubrir
lecturas que no se le habían ocurrido y que los lectores le sugieren”.
*
“Los libros se respetan usándolos, no dejándolos en paz”.
*“El
mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee”.
*“Los
libros son esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser
mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la
cuchara o la tijera”.
Ésta
es la historia de Cleo, joven poeta residente en La Habana, una autora bajo
sospecha. La Seguridad del Estado y el Ministerio de Cultura creen que su éxito
ha sido construido por «el enemigo» como un arma de desestabilización, una
invención de la CIA. Para determinado grupo de intelectuales del exilio, en
cambio, Cleo es, con sus aires críticos, una infiltrada de la inteligencia
cubana.
Atrapada
en este vaivén de elucubraciones, prohibida e ignorada en Cuba, Cleo es la
controvertida pero exitosa escritora traducida a varias lenguas que estremece a
quienes la leen fuera de la isla. Sus textos narran el final de un largo
proceso revolucionario de casi sesenta años. El domingo de una intensa semana
de revolución que ya ha conocido dos siglos. Enclaustrada en una hermosa
mansión de El Vedado bajo la maravillosa luz de una ciudad detenida en el
tiempo, Cleo vive una aventura sentimental con un actor de Hollywood al mismo
tiempo que «descubre» a sus padres y resiste en un país que la culpa por su
gran pecado: escribir lo que piensa.
Mientras
Wendy Guerra creaba esta ficción en La Habana, la realidad entraba por la
ventana, modificando la trama e interviniendo en ella, contaminando, con sus
procesos históricos, los sucesos dramáticos que aquí se narran en tiempo real.
Con esta novela, Guerra se confirma como una de las autoras latinoamericanas
más agudas y sofisticadas en la construcción de sus historias. Una obra marcada
por el fino humor con el que esboza la tragedia cubana, por la naturalidad con
la que describe sin prejuicios una realidad que conoce al dedillo y por el
lenguaje sonoro con que evoca una ciudad asediada por la música, el mar y la
política cotidiana.
*Información
tomada de la Editorial Anagrama
Video:
Presentación del libro Domingo de revolución de Wendy Guerra, la acompañan los
escritores Llucia Ramis y Santiago Roncagliolo. 24 de mayo del 2016. Casa
América Catalunya. Barcelona, España.
Sobre
la autora:
Wendy
Guerra (La Habana, Cuba, 1970) es graduada de Dirección de Cine en el Instituto
Superior de Arte y fue alumna de Gabriel García Márquez en su taller de guiones
«Cómo contar un cuento», impartido en la Escuela Internacional de Cine de San
Antonio de los Baños. Trabajó desde su infancia como actriz de televisión y
cine. Ha publicado las novelas Todos se van (Bruguera, 2006), Nunca fui primera
dama (Bruguera, 2008) y Posar desnuda en La Habana (Alfaguara, 2011), y los
libros de poesía Platea a oscuras, Cabeza rapada y Ropa interior (Bruguera,
2009). Ganadora del Premio Bruguera 2006 y del Carbet des Lycéens 2009. En 2010
fue nombrada Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres de la República
francesa. En 2012, su novela Todos se van, traducida al inglés como Everyone
Leaves y publicada en los Estados Unidos, fue seleccionada por la revista Latina
como uno de los nueve mejores libros del año escrito por un autor latino. Su
obra narrativa ha sido traducida a trece lenguas pero no se encuentra editada
en su país.
Si Albert Camus consiguió convertirse en uno de los
grandes autores del siglo XX y ganar el Premio Nobel de 1957 por su producción
literaria, fue en parte gracias a los esfuerzos de su profesor de primaria.
Louis Germain no sólo le habló de la escuela secundaria, sino que también le
ayudó a preparar el examen de ingreso e incluso convenció a su abuela -que
quería que fuese aprendiz de algún comerciante local- para que le dejase seguir
sus estudios.
Nacido el seno de una humilde familia de colonos
franceses, con una madre analfabeta y casi sordomuda, y un padre que
prácticamente no llegó a conocer al morir en la Primera Guerra Mundial, Camus
no olvidó los esfuerzos de su profesor. Por eso, tras dedicarle el discurso de
agradecimiento al recibir el Nobel también le escribió una carta de su puño y
letra para agradecerle en primera persona todas sus enseñanzas.
La carta ha sido traducida al inglés y publicada en
el libro More Letters of Note, y decía lo siguiente:
Querido señor Germain:
He esperado a que se apagase un poco el ruido que me
ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un
honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la
noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa
que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese
sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este
tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y
sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el
corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños
discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.
Flora
Alejandra Pizarnik (29/04/1936 – 25/09/1972) Es una de las escritoras más destacadas
de la literatura argentina. Estudió Literatura Francesa en La Sorbona y trabajó
en el campo literario colaborando en varios diarios y revistas con sus poemas y
traducciones de Artaud y Cesairé, entre otros. Es una de las voces más
representativas de la generación del sesenta y es considerada como una de las
poetas líricas y surrealistas más importantes de Argentina. En 1972 falleció
como consecuencia de una profunda depresión. Dejó como legado una vasta obra, a
pesar de su corta vida: un diario de casi mil páginas, un extenso corpus de
poemas, muchos escritos y relatos cortos surrealistas, y alguna novela breve.
La
tierra más ajena, 1955.
Un
signo en tu sombra, 1955
La
última inocencia, 1956.
Las
aventuras perdidas, 1958.
Árbol
de Diana, 1962.
Los
trabajos y las noches, 1965.
Extracción
de la piedra de locura, 1968.
Nombres
y figuras, 1969.
Poseídos
entre lilas, 1969 (obra de teatro).
El
infierno musical, 1971.
La
condesa sangrienta, 1971.
Los
pequeños cantos, 1971.
El
deseo de la palabra, 1975.
Textos
de sombra y últimos poemas, 1982.
Zona
prohibida, 1982.
Prosa
poética, 1987.
Poesía
completa 1955-1972, 2000.
Prosa
completa, 2002.
Les
comparto, a continuación, el documental completo sobre la vida y la obra de
Alejandra Pizarnik, de Ernesto Ardito y Virna Molina. El documental fue emitido
como miniserie por canal Encuentro, con el nombre de "Memoria Iluminada:
Alejandra Pizarnik".
Todos
los films de los autores se pueden descargar desde: http://www.virnayernesto.com.ar
Mi papá me dejaba hacer lo que yo quisiera. Decir todo es una exageración. No podía hacer porquerías como hurgarme la nariz o comer tierra; no podía pegarle a mi hermana menor ni-con-el-pétalo-de-una-rosa; no podía salir sin avisar que iba a salir, ni cruzar la calle sin mirar a los dos lados; tenía que ser más respetuoso con Emma y Teresa -o con cualquiera de las otras empleadas que tuvimos en aquellos años: Mariela, Rosa, Margarita- que con cualquier visita o pariente; tenía que bañarme todos los días, lavarme las manos antes y los dientes después de comer, y mantener las uñas limpias...Pero como yo era de índole mansa, esas cosas elementales las aprendí muy rápido. A lo que me refiero con todo, por ejemplo, es a que yo podía coger sus libros o sus discos sin restricciones, y tocar todas sus cosas (la brocha de afeitar, los pañuelos, el frasco de agua de colonia, el tocadiscos, la máquina de escribir, el bolígrafo) sin pedir permiso. Tampoco tenía que pedirle plata. Él me lo había explicado así:
_Todo lo mío es tuyo. Ahí está mi cartera, coge lo que necesites.
Y ahí estaba, siempre, en el bolsillo de atrás de los pantalones. Yo cogía la billetera de mi papá y contaba la plata que tenía. Nunca sabía si coger un peso, dos pesos, cinco pesos. Lo pensaba un momento y resolvía no coger nada.
[...] Yo pensaba que toda la plata que había en la billetera la podía coger. A veces, cuando estaba más llena, a principios del mes, cogía un billete de veinte pesos, mientras mi papá hacía la siesta, y me lo llevaba para el cuarto. Jugaba un rato con él, sabiendo que era mío, e iba comprando cosas en la imaginación (una bicicleta, un balón de futbol, una pista de carritos eléctrica, un microscopio, un telescopio, un caballo) como si me hubiera ganado la lotería. Pero después iba y lo volvía a poner en su sitio. Casi nunca había muchos billetes y a finales de mes, a veces, no había ni uno, ya que no éramos ricos, aunque lo pareciera porque teníamos finca, carro, muchachas de servicio y hasta monja de compañía. [...] Muchas veces mi papá me daba plata sin que yo se la pidiera, y entonces yo no tenía ningún reparo en recibirla.
*Fragmento tomado de: Abad Faciolince, Héctor. El olvido que seremos. Editorial Planeta. 2008 p:14-15.
El
pasado miércoles, 12 de octubre, tuve el gusto de presentar mi libro ESPEJEOS,
muy bien acompañada: Maliyel Beverido, Nadia Medina y Víctor Hugo Vázquez
Rentería, conversaron conmigo sobre lo que veían en él y, compartieron sus
puntos de vista, con un público lleno de rostros entrañables para mí.
A
continuación, les comparto lo que preparó la escritora, Maliyel Beverido, sobre
Espejeos y un fragmento de su presentación en el Ágora de la ciudad.
Foto de solapa. Fotografía: Enrique Moreno Ricoy
Nos reúne aquí la venturosa aparición de Espejeos, de Xóchitl Salinas Martínez.
“Espejeos”, como esos fulminantes reflejos de luz
con los que se paraliza al conejo o al venado; como esos rápidos vistazos a
través del espejo retrovisor; como esos atisbos repentinos en las vitrinas.
La literatura refleja la vida, tanto la vida vivida
como la vida imaginada. Y este libro es precisamente un reflejo tanto de la
vida vivida como de la vida imaginada por su autora en a través de mínimos
escritos.
Posando con Espejeos
El libro es de género inclasificable, una suerte de
autobiografía en la ficción que refiere los procesos creativos de la mente donde
memoria y sueño se mezclan. Su fórmula de segmentos concatenados ha sido
utilizada exitosamente por grandes plumas; ya Jean de Bruyère la practicaba en
el siglo XVII en sus Caracteres,
cuyos segmentos funcionan como detonadores para una reflexión más amplia que se
continúa fuera de las páginas.
Shakespeare, Lope de Vega, Quevedo, Jules Renard, Saint-Pol
Roux, George Santayana y otros también dedicaron páginas a la síntesis de la
imagen y el relato brevísimo.
Por no citar más que a un par de nuestro siglo XX, tenemos
a Ramón Gómez de la Serna ejerciendo sus “greguerías” y a Eduardo Galeano con
sus agudas prosas mínimas.
En fin, los antecedentes son numerosos, pero no
indispensables para acceder a esta fórmula; el caso es que la autora la he
hecho suya para mejor librar su pensamiento y experiencia.
Xóchitl Salinas Martínez consigue el anhelo de
muchos lectores: transformarse en ficción ella misma, confundirse con autores y
personajes. Se ubica al mismo tiempo como autora, narradora, protagonista y espectadora
de sus visiones.
La autora se describe con claridad:
“Vivo en vigilia constante, mi memoria
es francamente estupenda. Muchas veces, a lo largo de los años, gente a mi
alrededor me ha dicho que se sorprenden con los detalles y los amplios espectros
que ésta posee. Confieso que no sé cómo lo logro. En fin, duermo poco y sueño
mucho”
Cada pieza del libro inicia con “Soñé…”, pero no a
la manera del discurso de Martin Luther King, sino como la apertura de una
imagen mental, como introducción para predisponer el ánimo a encontrar cualquier
cosa; aspectos de la vida cotidiana, reporte de lectura, aforismos, anécdotas, afectos,
deseos, esperanzas, etc. Algunas pueden ser muy íntimas y otras más generales,
pero jamás podrán parecer impersonales.
Desde el austero y redondo “Soñé que era feliz”,
hasta un elaborado “Soñé que estaba sentada en un jardín escuchando el cantar
de los grillos al atardecer. Uno me decía: creamos el sonido del silencio”,
cada sueño sugiere la expansión de las palabras y sus sentidos.
Estos sueños no requieren de interpretación mística,
aunque sí digestión para que resulten nutrientes. El amplio espectro de
consideraciones promete a un amplio espectro de lectores encontrar un
enunciado, una proposición en la que se reconozcan, que puedan completar con su
propia experiencia e ilusiones.
Ilustración (detalle): Xóchitl Salinas Amancio.
Las ilustraciones se ciñen al texto para acentuar la
narrativa. Aportan un toque de lúdica candidez.
Espejeos es un libro, además, que no demanda un orden de
lectura, pues puede beberse de un tirón, o degustarse a sorbos, tomarse por un
extremo o por el otro, o al azar de una hojeada.
La experiencia lectora de Xóchitl se alía con su
oficio de editora para crear un pequeño volumen de iniciación que seguramente
encontrará numerosos seguidores.
Miércoles
12 de octubre/19 hrs.
Presentación
del libro ESPEJEOS de la escritora Xóchitl Salinas Martínez, publicado por
Ediciones El Viaje
Participan:
Maliyel Beverido, Nadia Medina Muro y Xóchitl Salinas Martínez
INVITARON:
IVEC/
Ágora de la ciudad/ Los Doce, Filial Veracruz/Ediciones El Viaje