Macanudo de Liniers

Macanudo de Liniers
"¿Y si no fuésemos otra cosa que los brazos de una voz?" Decir. Maliyel Beverido

viernes, 21 de octubre de 2016

Evitando el silencio


Walt Withman (1819-1892, USA)

No te detengas

Walt Withman

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.

  Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
  Somos seres llenos de pasión.
  La vida es desierto y oasis.

Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.

No caigas en el peor de los errores:
el silencio.

La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.


No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.

Postal de "El olvido que seremos"



2.

Mi papá me dejaba hacer lo que yo quisiera. Decir todo es una exageración. No podía hacer porquerías como hurgarme la nariz o comer tierra; no podía pegarle a mi hermana menor ni-con-el-pétalo-de-una-rosa; no podía salir sin avisar que iba a salir, ni cruzar la calle sin mirar a los dos lados; tenía que ser más respetuoso con Emma y Teresa -o con cualquiera de las otras empleadas que tuvimos en aquellos años: Mariela, Rosa, Margarita- que con cualquier visita o pariente; tenía que bañarme todos los días, lavarme las manos antes y los dientes después de comer, y mantener las uñas limpias...Pero como yo era de índole mansa, esas cosas elementales las aprendí muy rápido. A lo que me refiero con todo, por ejemplo, es a que yo podía coger sus libros o sus discos sin restricciones, y tocar todas sus cosas (la brocha de afeitar, los pañuelos, el frasco de agua de colonia, el tocadiscos, la máquina de escribir, el bolígrafo) sin pedir permiso. Tampoco tenía que pedirle plata. Él me lo había explicado así:

_Todo lo mío es tuyo. Ahí está mi cartera, coge lo que necesites.

Y ahí estaba, siempre, en el bolsillo de atrás de los pantalones. Yo cogía la billetera de mi papá y contaba la plata que tenía. Nunca sabía si coger un peso, dos pesos, cinco pesos. Lo pensaba un momento y resolvía no coger nada.

[...] Yo pensaba que toda la plata que había en la billetera la podía coger. A veces, cuando estaba más llena, a principios del mes, cogía un billete de veinte pesos, mientras mi papá hacía la siesta, y me lo llevaba para el cuarto. Jugaba un rato con él, sabiendo que era mío, e iba comprando cosas en la imaginación (una bicicleta, un balón de futbol, una pista de carritos eléctrica, un microscopio, un telescopio, un caballo) como si me hubiera ganado la lotería. Pero después iba y lo volvía a poner en su sitio. Casi nunca había muchos billetes y a finales de mes, a veces, no había ni uno, ya que no éramos ricos, aunque lo pareciera porque teníamos finca, carro, muchachas de servicio y hasta monja de compañía. [...] Muchas veces mi papá me daba plata sin que yo se la pidiera, y entonces yo no tenía ningún reparo en recibirla.

*Fragmento tomado de: Abad Faciolince, Héctor. El olvido que seremos. Editorial Planeta. 2008  p:14-15.

viernes, 14 de octubre de 2016

Sobre Espejeos

Portada

El pasado miércoles, 12 de octubre, tuve el gusto de presentar mi libro ESPEJEOS, muy bien acompañada: Maliyel Beverido, Nadia Medina y Víctor Hugo Vázquez Rentería, conversaron conmigo sobre lo que veían en él y, compartieron sus puntos de vista, con un público lleno de rostros entrañables para mí.

A continuación, les comparto lo que preparó la escritora, Maliyel Beverido, sobre Espejeos y un fragmento de su presentación en el Ágora de la ciudad.

Foto de solapa. Fotografía: Enrique Moreno Ricoy


Nos reúne aquí la venturosa aparición de Espejeos, de Xóchitl Salinas Martínez.

“Espejeos”, como esos fulminantes reflejos de luz con los que se paraliza al conejo o al venado; como esos rápidos vistazos a través del espejo retrovisor; como esos atisbos repentinos en las vitrinas.

La literatura refleja la vida, tanto la vida vivida como la vida imaginada. Y este libro es precisamente un reflejo tanto de la vida vivida como de la vida imaginada por su autora en a través de mínimos escritos.

Posando con Espejeos
El libro es de género inclasificable, una suerte de autobiografía en la ficción que refiere los procesos creativos de la mente donde memoria y sueño se mezclan. Su fórmula de segmentos concatenados ha sido utilizada exitosamente por grandes plumas; ya Jean de Bruyère la practicaba en el siglo XVII en sus Caracteres, cuyos segmentos funcionan como detonadores para una reflexión más amplia que se continúa fuera de las páginas.

Shakespeare, Lope de Vega, Quevedo, Jules Renard, Saint-Pol Roux, George Santayana y otros también dedicaron páginas a la síntesis de la imagen y el relato brevísimo.

Por no citar más que a un par de nuestro siglo XX, tenemos a Ramón Gómez de la Serna ejerciendo sus “greguerías” y a Eduardo Galeano con sus agudas prosas mínimas.

En fin, los antecedentes son numerosos, pero no indispensables para acceder a esta fórmula; el caso es que la autora la he hecho suya para mejor librar su pensamiento y experiencia.


Xóchitl Salinas Martínez consigue el anhelo de muchos lectores: transformarse en ficción ella misma, confundirse con autores y personajes. Se ubica al mismo tiempo como autora, narradora, protagonista y espectadora de sus visiones.

La autora se describe con claridad:
“Vivo en vigilia constante, mi memoria es francamente estupenda. Muchas veces, a lo largo de los años, gente a mi alrededor me ha dicho que se sorprenden con los detalles y los amplios espectros que ésta posee. Confieso que no sé cómo lo logro. En fin, duermo poco y sueño mucho”

Cada pieza del libro inicia con “Soñé…”, pero no a la manera del discurso de Martin Luther King, sino como la apertura de una imagen mental, como introducción para predisponer el ánimo a encontrar cualquier cosa; aspectos de la vida cotidiana, reporte de lectura, aforismos, anécdotas, afectos, deseos, esperanzas, etc. Algunas pueden ser muy íntimas y otras más generales, pero jamás podrán parecer impersonales. 

Desde el austero y redondo “Soñé que era feliz”, hasta un elaborado “Soñé que estaba sentada en un jardín escuchando el cantar de los grillos al atardecer. Uno me decía: creamos el sonido del silencio”, cada sueño sugiere la expansión de las palabras y sus sentidos.

Estos sueños no requieren de interpretación mística, aunque sí digestión para que resulten nutrientes. El amplio espectro de consideraciones promete a un amplio espectro de lectores encontrar un enunciado, una proposición en la que se reconozcan, que puedan completar con su propia experiencia e ilusiones.

Ilustración (detalle): Xóchitl Salinas Amancio.
Las ilustraciones se ciñen al texto para acentuar la narrativa. Aportan un toque de lúdica candidez.
Espejeos es un libro, además, que no demanda un orden de lectura, pues puede beberse de un tirón, o degustarse a sorbos, tomarse por un extremo o por el otro, o al azar de una hojeada.

La experiencia lectora de Xóchitl se alía con su oficio de editora para crear un pequeño volumen de iniciación que seguramente encontrará numerosos seguidores. 





Miércoles 12 de octubre/19 hrs.
Presentación del libro ESPEJEOS de la escritora Xóchitl Salinas Martínez, publicado por Ediciones El Viaje
Participan: Maliyel Beverido, Nadia Medina Muro y Xóchitl Salinas Martínez

INVITARON:

IVEC/ Ágora de la ciudad/ Los Doce, Filial Veracruz/Ediciones El Viaje

sábado, 8 de octubre de 2016

Configuración de la otra orilla (poemas de Houellebecq)

Autora: Catrin Welz-Stein

*

En la contradicción que inunda nuestras mañanas
Respiramos, es cierto, y el cielo está apacible;
Pero ya no creemos que la vida sea posible,
Ya no tenemos la impresión de ser humanos.
La infancia se ha acabado, se han repartido las cartas;
A fuerza de costumbre y de renuncia,
Hemos ahogado los gritos de la pasión;
Nos encaminamos hacia el fin de la partida.
El polvo se arremolina sobre el suelo gris, moviente;
Un golpe de viento surge y purifica el espacio.
Hemos querido vivir, quedan trazas de ello;
Nuestros cuerpos aletargados se suspenden a la espera.

*

Cae la tarde, portadora de paz y de amargura;
La sangre late en las venas al ritmo aletargado
De fin de la jornada; los cuerpos están embrutecidos,
Mañana por la mañana el cielo se cubrirá de bruma.

Un aire calmo y cobrizo circula entre los cuerpos
Que se embadurnan en aceite y sonríen a la muerte,
Programados en sus genes y en sus costumbres,
Una cometa vacila; ebria de soledad.

Se paraliza la tarde, el papalote cae;
El niño está ante ella, contemplando la tumba
Entre las varillas rotas, los restos de la vela,
En la perfecta indiferencia de la naturaleza.

El niño mira fijamente al suelo y su alma se depura;
Haría falta un gran viento que disperse la arena,
El redundante océano, el aceite y las carnes miserables;
Haría falta un viento fuerte, un viento inexorable.

*

Tengo que echarme
Y dormir un poco,
Tendría que intentar
Limpiarme los ojos.

Dígame quién soy
Y míreme a los ojos
¿Es usted mi amiga?
¿Me hará usted feliz?

La noche no ha acabado
Y la noche está ardiendo
¿Dónde está el paraíso?
¿Dónde se han metido los dioses?


Poemas tomados de Michel Houellebecq, Configuración de la última orilla. Anagrama.

La herida se profundiza más


Ayotzinapa otra vez de luto: Filemón Tacuba Castro y John Morales Hernández, los dos compañeros asesinados la tarde del cuatro de octubre. Los normalistas viajaban en una unidad del Transporte Público de la ruta Chilpancingo-Chilapa. Tres personas más murieron en el asalto. Los hechos se reportaron alrededor de las 18:00 horas en el viejo libramiento de Tixtla a la altura del basurero.

Filemón Tacuba Castro
John Morales Hernández





 



COMUNICADO

***Condenan OSC asesinato de estudiantes normalistas y otras cuatro personas en la carretera Chilpancingo – Tixtla

*Suman diez normalistas de Ayotzinapa asesinados entre 1988 y 2016
*Es urgente que se realice una pronta investigación para que se esclarezcan los hechos y se castiguen a los responsables.

Chilpancingo, Guerrero, 05 de Octubre de 2016.- El día de ayer, 4 de octubre de 2016, en la carretera Chilpancingo-Tixtla un comando armado arremetió en contra de un vehículo de transporte público que se dirigía a la ciudad de Tixtla, en estos hechos resultaron 6 personas asesinadas, entre ellas dos mujeres, un menor de edad y dos estudiantes de la Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, quienes han sido las únicas personas que hasta el momento han sido reconocidas plenamente por sus familiares como  Jhonatan Morales Hernández de la comunidad de Saucito, municipio de Tecoanapa y Filemón Tacuba Castro originario de Apantla municipio de Ayutla, ambos de cuarto año de la Licenciatura en Educación Primaria.

Según los últimos datos recabados los hechos se darían como consecuencia del clima de inseguridad que impera en la zona y resultarían luego de que un grupo de personas armadas asaltara dicha unidad de transporte. Hasta el momento se tiene conocimiento que las circunstancias en que se dieron los hechos están siendo investigadas dentro de la carpeta de investigación 12020090300669041016 por el delito de homicidio.

Expresamos nuestra profunda preocupación porque estos graves hechos no sean debidamente investigados, pues hasta ahora no existe ningún resguardo del lugar de los hechos por parte de las autoridades ni se han iniciado operativos entorno a la búsqueda y captura de los responsables; lo que deja entrever la inacción del gobierno y la impunidad existente ante la grave crisis de inseguridad y violencia que se vive en la zona.

Asimismo, puntualizamos que las circunstancias ahora conocidas de los hechos no nos permiten descartar que los asesinatos en contra de las personas y en especial de los dos normalistas ahora identificados pudieran vincularse con la serie de represalias de las que ha sido objeto la Normal Rural “Isidro Burgos” y que se ha visto agudizada desde la desaparición forzada de 43 estudiantes  en septiembre de 2014, así como de la lucha surgida en torno a la búsqueda de verdad y justicia.

Cabe señalar que con el asesinato de Jhonatan y Filemón suman diez normalistas de Ayotzinapa asesinados entre 1988 y 2016: Julio César Mondragón Fontes, Julio César Ramírez Nava, Daniel Solís Gallardo (26 de septiembre 2014), Eugenio Alberto Tamarit Huerta, Freddy Fernando Vázquez Crispín (enero 2014), Gabriel Echeverría de Jesús, Jorge Alexis Herrera Pino (12 de diciembre de 2011) y Juan Manuel Huikán Huikán (1988).

Resaltamos que la situación de violencia e inseguridad que vive el Estado está en aumento, contrario a lo que ha expresado el gobernador Héctor Astudillo Flores, en declaraciones recientes, situación que refleja número de eventos de similar naturaleza y que afectan día con día, las calles, carreteras  y habitantes de diversas zonas de Guerrero, quienes sufren los asaltos, secuestros, desapariciones y enfrentamientos.

De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en 2015, el estado de Guerreo se colocó como el estado más violento del país, al registrar 2016 homicidios dolosos durante el año que representa una tasa del  56.50 % por cada 100 mil habitantes. Tan solo en lo que va de enero al 20 de septiembre de 2016 se tiene un registro del 41.36 % por cada 100 mil habitantes, con un total de 1,484 homicidios.

Es por eso que las organizaciones firmantes, condenamos enérgicamente los hechos ocurridos el día de ayer y manifestamos nuestra total solidaridad a la Normal, así como con los habitantes de la zona que sufren diariamente este tipo de hechos. Por todo ello exigimos:

Que el Gobierno estatal establezca una narrativa clara y objetiva de los hechos, así como el aseguramiento en la escena del crimen.
Una pronta, imparcial y exhaustiva investigación de los hechos ocurridos en el tramo carretero Chilpalcingo-Tixtla, así como la ubicación de los perpetradores
Brindar a todas y cada una de las víctimas que así lo requieran atención médica, psicológica y/o de otra índole.
Castigo a los responsables y garantías de seguridad en la zona para evitar que estos actos se repitan.

Centro Regional de Defensa de los Derechos Humanos José María Morelos y Pavón, A.C.
Centro de Derechos de la Montaña “Tlachinollan” A.C.
Red Guerrerense de Organismos Civiles de Derechos Humanos.
Colectivo Contra la Tortura e Impunidad (CCTI)


***





Comunicado tomado de: (Dar click al link)

domingo, 2 de octubre de 2016

Conmemoración de la masacre de Tlatelolco




Memorial de Tlatelolco

Rosario Castellanos

La oscuridad engendra la violencia
y la violencia pide oscuridad
para cuajar el crimen.
Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche
Para que nadie viera la mano que empuñaba
El arma, sino sólo su efecto de relámpago.

¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata?
¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?
¿Los que se pudren en el hospital?
¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?

¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.
La plaza amaneció barrida; los periódicos
dieron como noticia principal
el estado del tiempo.
Y en la televisión, en el radio, en el cine
no hubo ningún cambio de programa,
ningún anuncio intercalado ni un
minuto de silencio en el banquete.
(Pues prosiguió el banquete.)

No busques lo que no hay: huellas, cadáveres
que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa,
a la Devoradora de Excrementos.

No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.
Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria.
Duele, luego es verdad. Sangre con sangre
y si la llamo mía traiciono a todos.

Recuerdo, recordamos.
Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordamos
hasta que la justicia se siente entre nosotros.


***
Tlatelolco 68

Jaime Sabines

1
Nadie sabe el número exacto de los muertos,
ni siquiera los asesinos,
ni siquiera el criminal.
(Ciertamente, ya llegó la historia
este hombre pequeño por todas partes,
incapaz de todo menos del rencor.)

Tlatelolco será mencionado en los años que vienen
como hoy hablamos de Río Blanco y Cananea,
pero esto fue peor;
aquí han matado al pueblo:
no eran obreros parapetados en la huelga,
eran mujeres y niños, estudiantes,
jovencitos de quince años,
una muchacha que iba al cine,
una criatura en el vientre de su madre,
todos barridos, certeramente acribillados
por la metralla del Orden y la Justicia Social.

A los tres días, el ejército era la víctima de los
desalmados,
y el pueblo se aprestaba jubiloso
a celebrar las Olimpiadas, que darían gloria a México.

2
El crimen está allí,
cubierto de hojas de periódicos;
con televisores, con radios, con banderas olímpicas.

El aire denso, inmóvil,
el terror, la ignominia.

Alrededor las voces, el tránsito, la vida.
Y el crimen estaba allí.

3
Habría que lavar no sólo el piso: la memoria.
Habría que quitarles los ojos a los que vimos,
asesinar también a los deudos,
que nadie llore, que no haya más testigos.
Pero la sangre echa raíces
y crece como un árbol en el tiempo.
La sangre en el cemento, en las paredes,
en una enredadera: nos salpica,
nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.

Las bocas de los muertos nos escupen
una perpetua sangre quieta.

4
Confiaremos en la mala memoria de la gente,
ordenaremos los restos,
perdonaremos a los sobrevivientes,
daremos libertad a los encarcelados,
seremos generosos, magnánimos y prudentes.

Nos han metido las ideas exóticas como una lavativa,
pero instauramos la paz,
consolidamos las instituciones;
los comerciantes están con nosotros,
los banqueros, los políticos auténticamente mexicanos,
los colegios particulares,
las personas respetables.

Hemos destruido la conjura,
aumentamos nuestro poder:
ya no nos caeremos de la cama
porque tendremos dulces sueños.

Tenemos secretarios de Estado capaces
de transformar la mierda en escencias aromáticas,
diputados y senadores alquimistas,
líderes inefables, chulísimos,
un tropel de putos espirituales
enarbolando nuestra bandera gallardamente.

Aquí no ha pasado nada.
Comienza nuestro reino.

5
En las planchas de la Delegación están los cadáveres.
Semidesnudos, fríos, agujerados,
algunos con el rostro de un muerto.
Afuera, la gente se amontona, se impacienta,
Espera no encontrar el suyo:
“Vaya usted a buscar a otra parte.”

6
La juventud es el tema
dentro de la Revolución.
El Gobierno apadrina a los héroes.
El peso mexicano está firme
y el desarrollo del país es ascendente.
Siguen las tiras cómicas y los bandidos en la televisión.
Hemos demostrado al mundo que somos capaces,
respetuosos, hospitalarios, sensibles
(¡Que Olimpiada maravillosa!),
y ahora vamos a seguir con el “Metro”
porque el progreso no puede detenerse.

Las mujeres, de rosa,
los hombres, de azul cielo,
desfilan los mexicanos en la unidad gloriosa
que construye la patria de nuestros sueños.



***
En memoria

Cristina Gómez

Hoy amaneció el cielo
2 de octubre
como nuestro recuerdo
el odio y el amor
corren por el asfalto
como en aquella plaza
Hoy amaneció siendo
las 5:30 de la tarde
como nuestro recuerdo
el amor ha crecido por años
en cada rebeldía
en cada obrero en lucha
Hoy amaneció así
año sesenta y ocho
como nuestro recuerdo
el odio se convierte
en guerrilla
huelga en la fábrica
Hoy amaneció siendo
2 de octubre 5:30 p. m. año 68
como nuestro amor y nuestro odio
Tomaremos la calle
Como de julio a octubre
Con la esperanza a cuestas
No puede tanta sangre
lavarse con el tiempo
ni perder su sentido
No podrá el asesino
seguir en el silencio
alimentando el miedo.


***
Dos de octubre

Ethel Krauze

Los he visto
en las noches,
en las fiestas,
fantasmas en el vino
y la risa
de los amigos:
Buscando el amanecer,
y el amanecer no era.
Se quedaron muriendo:
Buscaban su hermoso cuerpo
y encontraron sangre abierta.
Se quedaron muriendo.
No volvieron.
Se quedaron helados
en la esquina
de las balas:
muchedumbre de abejas en picada,
abejorros de plomo
plumas negras
negras alas cayendo
en la tarde del viernes,
en la plaza,
en el ruedo sin toros,
sin olés,
sin golondrinas.
Se quedaron muriendo
en Tlatelolco.
Festín de banderillas:
sólo ellas vinieron ese día
a picarles el lomo,
la cabeza,
a cortarles la oreja,
a montarlos en hombros.
Banderillas, banderolas:
bayonetas.

Ya vienen cayendo
esas punzantes mariposas:
diamantina de acero,
alfileres dormidos
voladores,
cuchillitos roedores,
ladradoras avispas.
¡Qué deslumbrante espectáculo!
¡Qué tremendo con los últimos humos de la pólvora!
Los veo, ahora,
cuando alguien ha cumplido diecisiete años.
Y ellos siguen
abrazándose al aire
con el grito en las manos,
buscando, todavía,
amanecer el 3.
Llegar siquiera al final
de ese octubre:
Era mes de canciones
y lunas
antes de Tlatelolco.
También los veo morir
en los que no murieron.
En los que se rindieron
a la yerba, o al trago,
a la demencia,
al burócrata,
al dólar,
al bastardo,
a la niebla.
Los veo en los señores
de traje y corbata,
en los traidores:
los que cumplen cuarenta,
los que pagan la cuenta
con tarjeta, con su firma:
los del miedo.
Los del déme la carta,
caballero.
Licenciado ¿al ajillo?
¿a la mostaza?
¿al curry suculento,
o el chateaubriand desea?
¡El poeta con papas,
para dos
y bien asado,
con su salsa bernesa!
Los he visto rondar
en los pasillos,
en las salas de espera,
a la hora de las tortas
y en el tedio.
En los que piden permiso
y compermiso
y cómo no.
En los que cuidan la entrada
y las espaldas;
en las bocas cerradas.
Sí señor, señor,
lo que el señor ordene.
¿Quién mató a mis hermanos?
¿Quién les puso esa trampa,
esa trompa de fuego
en la sien y en el cuello?
¡Lo que diga el señor!
¿Qué no está en el memorándum?
No,
su sangre no viene cantando:
es un chorro de espinas
en el sueño,
un espasmo de soles sofocados.
¡Siete copias, y un recado,
y un testigo,
y el cuerpo del delito!
No se cerraron sus ojos
ante los cuernos de hierro.
Cerraremos el archivo.
Levantaron la cabeza.

No hay pruebas por el momento.
La miel de su inteligencia,
hasta que diga el señor
hasta que amanezca.
Pero el señor aún no ha dicho.
Nadie dice. No.
Nadie dice los traigo atragantados
en la copa
en la ropa
en los zapatos.
Nadie dice.
Pero se metieron por la fuerza
en los renglones,
se acodaron en la mesa,
me preguntaron
cómo estuvo todo.